Dirección: John Lee Hancock.
Intérpretes: Emma Thompson, Tom Hanks, Paul Giamatti, Colin Farrell.
Sinopsis
Esta película nos muestra la trabajosa concepción del éxito cinematográfico de Disney, Mary Poppins.
Walt Disney (personaje interpretado por Tom Hanks) soñó durante años conseguir los derechos de la novela que relata las hazañas de la excepcional Mary Poppins. No obstante, su autora, la novelista australiana P.L. Travers (personaje interpretado por Emma Thompson), se negó en repetidas ocasiones.
Tras catorce años, el señor Disney consigue que Pamela Travers viaje a California y participe en todas las etapas de la posible adaptación de su éxito literario, pudiendo mostrar sus gustos y preferencias, decidiendo así si finalmente cede los derechos o no. Dura decisión, dado que para Pamela Travers, la novela es algo más que un simple conjunto de personajes y sus historias de ficción (las cuales parece que no lo son tanto).
Walt Disney (personaje interpretado por Tom Hanks) soñó durante años conseguir los derechos de la novela que relata las hazañas de la excepcional Mary Poppins. No obstante, su autora, la novelista australiana P.L. Travers (personaje interpretado por Emma Thompson), se negó en repetidas ocasiones.
Tras catorce años, el señor Disney consigue que Pamela Travers viaje a California y participe en todas las etapas de la posible adaptación de su éxito literario, pudiendo mostrar sus gustos y preferencias, decidiendo así si finalmente cede los derechos o no. Dura decisión, dado que para Pamela Travers, la novela es algo más que un simple conjunto de personajes y sus historias de ficción (las cuales parece que no lo son tanto).
Crítica
Cine, cine, cine. Hacia ti volvemos. En esta ocasión nos hemos acercado a ver la colaboración entre John Lee Hancock, de quien hace unos años pudimos visionar The Blind Side (Óscar de la Academia para Sandra Bullock, en lo que entonces calificamos como goloso papel), y los estudios Disney. Todo un ejercicio que trata de bucear en su propio universo de fantasía.
Nos trasladamos a principios de los años 60 y a las vueltas que tuvo que dar Walt Disney para poder llevar a la gran pantalla a Mary Poppins, "rompiendo todas las barreras" que la creadora del personaje puso para su adaptación cinematográfica. Desde esa engrasada máquina de hacer dinero (como la propia Travers calificó a la mega-empresa del señor Disney), pero a la vez imaginativa fábrica de sueños, la cinta nos ofrece un viaje a la infancia de la novelista. Pero no sólo a la suya, también a la de ese imaginativo hombre que levantó un imperio con la ayuda del RATÓN (nos sigue pareciendo alucinante), y por qué no decirlo, a nuestra infancia misma; siempre hemos creído que guardamos mucho del niño que un día fuimos (tampoco tan lejano en el tiempo; físicamente quizá, mentalmente desde luego que no) y estos viajes nos ofrecen algo entrañable y reconfortante, lo que en nuestro caso se agrava con la presencia de esos peluches y esas mini-figuritas Disney que tanto nos han gustado siempre (y nos gustarán) y a las que tanto les debemos.
Metiéndonos en materia, la película se quiere acercar a los entresijos de la realización, mostrándonos lo que hay detrás de cada proyecto cinematográfico. Y lo hace de una forma muy complaciente y condescendiente (casi servil) con la figura del productor (empresa productora), personificada, en este caso, por el señor Walt Disney. Hecho que no por esperable, tendremos que dejar de comentar. Todo espectador lo podría pensar de antemano, dado que es la propia productora Disney quien ha llevado a cabo este proyecto, y muy raro sería que tirasen piedras contra su propio tejado. Además, para ello, se han apoyado en Tom Hanks, quien encaja perfectamente con los adjetivos entrañable y encantador, imagen que se quiere proyectar del personaje en cuestión, quien, como ya se ha comentado en otras ocasiones, también presentaba sus sombras y no todo eran radiantes luces. Sin embargo, como decimos, todo ello se esperaba, como es normal. ¿Acaso dudáis que "la Disney hable mal de sí misma y de su PAPI"?
La señorita Travers es interpretada de forma sobresaliente por Emma Thompson, haciendo creíbles todas y cada una de sus reticencias a la cesión de su personaje de ficción (bueno, no tan de ficción), tanto por el hecho de considerarlo totalmente unido a ella y a su infancia, como por su miedo a que el incipiente gigante cinematográfico de la ficción y el entretenimiento lo convierta en un producto totalmente comercial; tal y como la protagonista lo exclamaría al hacer referencia a lo que pudiese pensar Alexander Milne sobre lo que se ha convertido (nosotros pensaríamos, sobre lo que ha llegado a ser) su osito gordinflón de algodón relleno.
Todos estos miedos y trabas iniciales se van derrumbando conforme avanza el metraje, por la propia necesidad de Pamela de desprenderse y liberarse de su pasado (posiblemente también gracias a cierta necesidad económica), como por la fina, pero penetrante seducción de lo imaginativo que el mundo Disney le comienza a parecer, reflejado, por ejemplo, en dos instantes: cuando recurre a ese gran Mickey de peluche para dormir, al que previamente había castigado mirando a la pared, y cuando se sorprende a si misma moviendo los pies al son de una de las canciones que los guionistas le proponen para Mary Poppins.
La cinta se revela como un digno producto comercial (eso sí, de ritmo lento y extendida sin necesidad) que ofrece un plácido entretenimiento, a pesar de los continuos flashbacks que entorpecen y estorban; recurso sobre-explotado. Este ejercicio tiene como pilar básico las buenas interpretaciones, no sólo del dúo protagonista, Thompson y Hanks (Travers y Disney), también en un soberbio Paul Giamatti, cuyas apariciones son pocas y breves, pero muy inteligentes y tremendamente "bondadosas". Da ganas de saltar de la butaca y darle un abrazo.
Para concluir, podemos decir que se trata de un film bondadoso con su industria y su dueño. Nos deja la sensación de que ha sido abrillantada en exceso, con objeto de ser complaciente con su propio mundo. Ahora bien, toda esa amabilidad para con los suyos es dominada y zarandeada por el buen hacer de Emma Thompson (le da los pocos cambios de ritmo que se pueden apreciar en el transcurso de la película), quien saca todo su buen hacer interpretativo para avivar el carácter y el genio de la señorita Travers; "toda una furruñas". Al final, hasta en eso es complaciente con los suyos, al escenificar la rendición de la autora ante el "gigante encantador de sueños". Es como si la bondadosa imaginación pudiese con todo; no lo creemos, algo nos lleva a pensar que no todo fue así, "tan bonito y noble".
Nota general: 4,0 sobre 10.
Nos trasladamos a principios de los años 60 y a las vueltas que tuvo que dar Walt Disney para poder llevar a la gran pantalla a Mary Poppins, "rompiendo todas las barreras" que la creadora del personaje puso para su adaptación cinematográfica. Desde esa engrasada máquina de hacer dinero (como la propia Travers calificó a la mega-empresa del señor Disney), pero a la vez imaginativa fábrica de sueños, la cinta nos ofrece un viaje a la infancia de la novelista. Pero no sólo a la suya, también a la de ese imaginativo hombre que levantó un imperio con la ayuda del RATÓN (nos sigue pareciendo alucinante), y por qué no decirlo, a nuestra infancia misma; siempre hemos creído que guardamos mucho del niño que un día fuimos (tampoco tan lejano en el tiempo; físicamente quizá, mentalmente desde luego que no) y estos viajes nos ofrecen algo entrañable y reconfortante, lo que en nuestro caso se agrava con la presencia de esos peluches y esas mini-figuritas Disney que tanto nos han gustado siempre (y nos gustarán) y a las que tanto les debemos.
Metiéndonos en materia, la película se quiere acercar a los entresijos de la realización, mostrándonos lo que hay detrás de cada proyecto cinematográfico. Y lo hace de una forma muy complaciente y condescendiente (casi servil) con la figura del productor (empresa productora), personificada, en este caso, por el señor Walt Disney. Hecho que no por esperable, tendremos que dejar de comentar. Todo espectador lo podría pensar de antemano, dado que es la propia productora Disney quien ha llevado a cabo este proyecto, y muy raro sería que tirasen piedras contra su propio tejado. Además, para ello, se han apoyado en Tom Hanks, quien encaja perfectamente con los adjetivos entrañable y encantador, imagen que se quiere proyectar del personaje en cuestión, quien, como ya se ha comentado en otras ocasiones, también presentaba sus sombras y no todo eran radiantes luces. Sin embargo, como decimos, todo ello se esperaba, como es normal. ¿Acaso dudáis que "la Disney hable mal de sí misma y de su PAPI"?
La señorita Travers es interpretada de forma sobresaliente por Emma Thompson, haciendo creíbles todas y cada una de sus reticencias a la cesión de su personaje de ficción (bueno, no tan de ficción), tanto por el hecho de considerarlo totalmente unido a ella y a su infancia, como por su miedo a que el incipiente gigante cinematográfico de la ficción y el entretenimiento lo convierta en un producto totalmente comercial; tal y como la protagonista lo exclamaría al hacer referencia a lo que pudiese pensar Alexander Milne sobre lo que se ha convertido (nosotros pensaríamos, sobre lo que ha llegado a ser) su osito gordinflón de algodón relleno.
Todos estos miedos y trabas iniciales se van derrumbando conforme avanza el metraje, por la propia necesidad de Pamela de desprenderse y liberarse de su pasado (posiblemente también gracias a cierta necesidad económica), como por la fina, pero penetrante seducción de lo imaginativo que el mundo Disney le comienza a parecer, reflejado, por ejemplo, en dos instantes: cuando recurre a ese gran Mickey de peluche para dormir, al que previamente había castigado mirando a la pared, y cuando se sorprende a si misma moviendo los pies al son de una de las canciones que los guionistas le proponen para Mary Poppins.
La cinta se revela como un digno producto comercial (eso sí, de ritmo lento y extendida sin necesidad) que ofrece un plácido entretenimiento, a pesar de los continuos flashbacks que entorpecen y estorban; recurso sobre-explotado. Este ejercicio tiene como pilar básico las buenas interpretaciones, no sólo del dúo protagonista, Thompson y Hanks (Travers y Disney), también en un soberbio Paul Giamatti, cuyas apariciones son pocas y breves, pero muy inteligentes y tremendamente "bondadosas". Da ganas de saltar de la butaca y darle un abrazo.
Para concluir, podemos decir que se trata de un film bondadoso con su industria y su dueño. Nos deja la sensación de que ha sido abrillantada en exceso, con objeto de ser complaciente con su propio mundo. Ahora bien, toda esa amabilidad para con los suyos es dominada y zarandeada por el buen hacer de Emma Thompson (le da los pocos cambios de ritmo que se pueden apreciar en el transcurso de la película), quien saca todo su buen hacer interpretativo para avivar el carácter y el genio de la señorita Travers; "toda una furruñas". Al final, hasta en eso es complaciente con los suyos, al escenificar la rendición de la autora ante el "gigante encantador de sueños". Es como si la bondadosa imaginación pudiese con todo; no lo creemos, algo nos lleva a pensar que no todo fue así, "tan bonito y noble".
Nota general: 4,0 sobre 10.
Tráiler
Hola,
ResponderEliminarPelícula muy amable y por tanto agradable de ver.
Complaciente con su dueño, como tiene que ser.
Un saludo
Hola WtP, muchas gracias por tus visitas y por dejarnos este nuevo comentario. Te animamos a que te hagas seguidor nuestro!!!
EliminarSí, es amable y agradable. Pero también algo monótona y muy complaciente con su dueño!!
Desde la Ignorancia, Lucas Liz.
Creo que no pagaré una entrada de cine para verla!
ResponderEliminarHola Anónimo!! Eso depende únicamente de ti!
EliminarTampoco es tirar el dinero.
Desde la Ignorancia, Lucas Liz!!
A mi me encanto la pelicula :D
ResponderEliminarHola Magiq-art films!!
EliminarBienvenido a este espacio de cine, si es la primera vez que arrivas a este puerto. Te invitamos a que te hagas seguidor nuestro, si todavía no lo eres.
Muchas gracias por tu comentario y me alegro de que te gustase, porque eso es lo importante de toda cinta, que entretenga y que guste.
Desde la Ignorancia, Lucas Liz.