Dirección: Ron Howard.
Intérpretes: Chris Hemsworth, Daniel Brühl, Olivia Wilde, Alexandra Maria Lara.
Sinopsis
Ambientada en la década de los setenta, nos describe la rivalidad existente entre dos grandes pilotos de Fórmula 1; Niki Lauda (personaje interpretado por Daniel Brühl), triple campeón del mundo, y el desaparecido James Hunt (a quien da vida Chris Hemsworth), campeón del mundo en 1976. Es precisamente sobre el campeonato del mundo de ese año, sobre el que gira la práctica totalidad del film, mostrando el duelo por el campeonato del mundo que mantuvieron ambos pilotos, y año en el cual Niki Lauda sufrió un aparatoso accidente que casi le cuesta la vida y que le produjo graves quemaduras.
Crítica
Crítica
La película nos adentra en las carreras de la Fórmula 1, ambientada en un tiempo en el que las medidas de seguridad y las posibilidades tecnológicas no son las mismas que las que disfrutan actualmente Fernando Alonso o Sebastian Vettel. Por aquel entonces, los abandonos, retiradas y accidentes (muchos de ellos mortales) sucedían constantemente y los pilotos veían comprometida su integridad en múltiples ocasiones. Viendo la cinta nos preguntamos dónde estaban las escapatorias de los circuitos, cómo podían colocarse el público y los reporteros gráficos en determinadas zonas, cómo salían volando los neumáticos, cómo podían incendiarse los coches con tanta facilidad, etc. Damos gracias y nos congratulamos de que las circunstancias hayan mejorado notablemente y por suerte las condiciones de seguridad sean mucho mejores. Sin poder evitarlo, nos vienen a la cabeza aquellas impactantes imágenes de 1994 en el circuito de Ímola, cuando el monoplaza del gran Ayrton Senna se estrellaba a más de 200 km/h contra el muro...vaya, imágenes de adolescencia, que todavía nos ponen el bello de punta. Pero bueno, vayamos a lo que es cine y a la película en sí.
Al igual que el reciente documental Senna, la cinta nos adentra en el emocionante mundo de los grandes premios, tomando como marco la rivalidad entre dos campeones, Niki Lauda y James Hunt. El primero metódico, concienzudo, frío, castrense y calculador, el otro visceral, temperamental, apasionado, arriesgado (casi temerario) y cuya vida estuvo plagada de excesos. Pero la película no es sólo carreras, no es sólo velocidad, adelantamientos y accidentes, es la historia de una rivalidad, de una mutua admiración nunca confesada, de la lucha entre dos estilos y dos formas de concebir el deporte, tratando en ambos casos de conseguir el éxito. Sueños y triunfos que ambos pilotos consiguieron alcanzar, llegando a la Fórmula 1, ganando grandes premios y conquistando campeonatos del mundo.
Ron Howard vuelve a llevar a la gran pantalla un guión basado en hechos reales, como ya hiciese tiempo atrás con Una Mente Maravillosa (A Beautiful Mind), y ha sabido de nuevo transmitirnos buenas vibraciones. Hemos de reconocer que desde la butaca del cine hemos sentido emoción (bien es verdad que somos aficionados al deporte en cuestión) y por ciertos momentos nos ha fascinado. A eso contribuye sin duda, nuestro buen amigo Hans Zimmer, que nos deja gotitas de su saber hacer en esta nueva banda sonora. Efectista, sí (menos que en otras ocasiones); no tan magnífica como anteriores BSO, también; pero nutre a cada escena de dinamismo y de energía, cual combustible de alto octanaje entrando a estos motores de elevada potencia. Recomendable el corte "Lost but Won".
La brillante fotografía setentera nos hace viajar hasta el mismo año 1976 y contribuye a suscitar emociones en el espectador, envolviéndote y arrastrándote a pie de circuito. Sin duda, mucho mejor en lo visual y sonoro que en lo relativo al guión y al montaje; alguna que otra pasada de frenada y derrapes se cometen.
En cuanto al dúo protagonista podemos decir que la elección de los dos actores y su caracterización ha sido francamente acertada, y la ejecución por parte de ambos es notable. Cada uno en su papel, el cual ligaba muy bien incluso con su propia apariencia. A nuestro juicio, quizá un poco por encima Brühl, quien recibió la felicitación del mismísimo Lauda tras ver la labor realizada. Era también el papel que más posibilidades tenía y mayor capacidad de lucimiento (pero también de fracaso) podría alcanzar.
Una cinta entretenida y agradable, que gusta y pasa "veloz". La verdad es que no es una obra maestra, ni mucho menos, pero merece la pena acercarse al cine a verla; es agradable y deja lo mejor para el final; una última aceleración que hace justicia a su título. Un último consejo, en caso de no conocer lo que en realidad ocurrió al final del campeonato de aquel 1976, no lo averigüen; móntense en uno de los monoplazas y déjense llevar...no creemos que se arrepientan.
Nota general: 6,5 sobre 10.
Al igual que el reciente documental Senna, la cinta nos adentra en el emocionante mundo de los grandes premios, tomando como marco la rivalidad entre dos campeones, Niki Lauda y James Hunt. El primero metódico, concienzudo, frío, castrense y calculador, el otro visceral, temperamental, apasionado, arriesgado (casi temerario) y cuya vida estuvo plagada de excesos. Pero la película no es sólo carreras, no es sólo velocidad, adelantamientos y accidentes, es la historia de una rivalidad, de una mutua admiración nunca confesada, de la lucha entre dos estilos y dos formas de concebir el deporte, tratando en ambos casos de conseguir el éxito. Sueños y triunfos que ambos pilotos consiguieron alcanzar, llegando a la Fórmula 1, ganando grandes premios y conquistando campeonatos del mundo.
Ron Howard vuelve a llevar a la gran pantalla un guión basado en hechos reales, como ya hiciese tiempo atrás con Una Mente Maravillosa (A Beautiful Mind), y ha sabido de nuevo transmitirnos buenas vibraciones. Hemos de reconocer que desde la butaca del cine hemos sentido emoción (bien es verdad que somos aficionados al deporte en cuestión) y por ciertos momentos nos ha fascinado. A eso contribuye sin duda, nuestro buen amigo Hans Zimmer, que nos deja gotitas de su saber hacer en esta nueva banda sonora. Efectista, sí (menos que en otras ocasiones); no tan magnífica como anteriores BSO, también; pero nutre a cada escena de dinamismo y de energía, cual combustible de alto octanaje entrando a estos motores de elevada potencia. Recomendable el corte "Lost but Won".
La brillante fotografía setentera nos hace viajar hasta el mismo año 1976 y contribuye a suscitar emociones en el espectador, envolviéndote y arrastrándote a pie de circuito. Sin duda, mucho mejor en lo visual y sonoro que en lo relativo al guión y al montaje; alguna que otra pasada de frenada y derrapes se cometen.
En cuanto al dúo protagonista podemos decir que la elección de los dos actores y su caracterización ha sido francamente acertada, y la ejecución por parte de ambos es notable. Cada uno en su papel, el cual ligaba muy bien incluso con su propia apariencia. A nuestro juicio, quizá un poco por encima Brühl, quien recibió la felicitación del mismísimo Lauda tras ver la labor realizada. Era también el papel que más posibilidades tenía y mayor capacidad de lucimiento (pero también de fracaso) podría alcanzar.
Una cinta entretenida y agradable, que gusta y pasa "veloz". La verdad es que no es una obra maestra, ni mucho menos, pero merece la pena acercarse al cine a verla; es agradable y deja lo mejor para el final; una última aceleración que hace justicia a su título. Un último consejo, en caso de no conocer lo que en realidad ocurrió al final del campeonato de aquel 1976, no lo averigüen; móntense en uno de los monoplazas y déjense llevar...no creemos que se arrepientan.
Nota general: 6,5 sobre 10.
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